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viernes, 6 de febrero de 2015

Meditación es destrucción



Párrafos del Diario 1 de Krishnamurti; día 18-09-61.

(…) En un día caluroso la gran ciudad resultaba casi intolerable; el cielo estaba despejado y el sol no tenía misericordia. Pero esta mañana muy temprano, cuando Orión estaba en lo alto y sólo uno o dos automóviles pasaban junto al río, en la terraza había quietud y meditación acompañada de una completa apertura de la mente y el corazón rayana con la muerte…
(…) En el parque ululaba un búho, y era un sonido grato, tan claro y tan primitivo; iba y venia con variados intervalos, y parecía gustar de su propia voz, ya que ningún otro replicaba.
La meditación derriba las fronteras de la conciencia; desbarata el mecanismo del pensamiento y del sentimiento que aquel despierta. La meditación que está atrapada en un método, en un sistema de recompensas y promesas, mutila y somete a la energía.
La meditación consiste en liberar energía en abundancia, y el control, la disciplina y la represión corrompen la pureza de esa energía. La meditación es la llama ardiendo intensamente sin dejar cenizas. Las palabras, el sentimiento, el pensamiento siempre dejan cenizas, y el mundo acostumbra a vivir de cenizas.
La meditación es un riesgo porque lo destruye todo, no deja absolutamente nada, ni siquiera el susurro de un deseo, y…

en este vasto e insondable ‘vacío’, hay creación y amor.





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