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viernes, 30 de diciembre de 2016

La sensibilidad


Krishnamurti. “Diario n°1”.

                Día 25 de octubre de 1961.

La sensibilidad es por completo diferente del refinamiento; la sensibilidad es un estado integral, el refinamiento siempre es parcial. No hay sensibilidad parcial; o ella es el estado de la totalidad del propio ser, de la conciencia total, o no existe en absoluto.
La sensibilidad no es para ser acumulada poco a poco; no se la puede cultivar; no es el resultado de la experiencia y el pensamiento, no es un estado emocional. Tiene la cualidad de la precisión, sin la sugestión del romanticismo y de la fantasía. Sólo quien es sensible puede enfrentarse a lo real sin escapar hacia toda dase de confusiones, opiniones y evaluaciones. Únicamente aquel que es sensible puede estar solo, y esta madura soledad interna es destructiva. Esta sensibilidad está despojada de todo placer y, por tanto, tiene austeridad, no la austeridad del deseo y la voluntad sino la del ver y comprender.
En el refinamiento hay placer; el refinamiento está relacionado con la educación, la cultura, el medio; su curso es interminable y es el resultado de la opción, el conflicto y el dolor, y siempre está aquel que opta, el que se refina, el que censura. Y así es como siempre existen el conflicto, la contradicción, el dolor. El refinamiento lleva a aislarse, a apartarse mediante el encierre en uno mismo, conduce a la separación que engendran el intelecto y el conocimiento. Es una actividad egocéntrica, por iluminada que pueda estar estética y moralmente. Hay una gran satisfacción en el proceso del refinamiento, pero sin el júbilo de lo profundo; es superficial y mezquino, sin mayor significación.
El refinamiento y la sensibilidad son dos cosas diferentes: una conduce a la muerte que aísla y la otra a la vida que no tiene fin.