Translate

viernes, 27 de febrero de 2015

El cerebro y su limitación para llegar a La Verdad



Diario N°1, de Krishnamurti

20-09-1961. (Tercera parte)

(…) Qué curiosamente insignificante es el cerebro por inteligentemente educado e ilustrado que sea. Él siempre permanecerá siendo insignificante, haga lo que hiciere; puede ir a la luna y más allá o puede bajar a las regiones más profundas de la tierra; puede inventar, construir las máquinas más complicadas, computadoras que inventarán computadoras; puede destruirse y reconstruirse a sí mismo, pero haga lo que hiciere siempre seguirá siendo insignificante. Porque el cerebro puede funcionar tan sólo en el tiempo y el espacio; sus filosofías están sujetas a su propio condicionamiento; sus teorías, sus especulaciones son una prolongación de su propia astucia. Cualquier cosa que haga, el cerebro no puede escapar de sí mismo. Sus ‘dioses’ y sus ‘salvadores’, sus maestros y líderes son tan pequeños e insignificantes como él mismo. Si él es torpe ‘trata de volverse’ talentoso, y su talento lo mide en términos de éxito. Está siempre persiguiendo o siendo perseguido. Su propio dolor es su sombra… Haga lo que haga, será siempre insignificante. (…) Nunca duerme, y sus sueños son la vigilia del pensamiento. Por activo, por noble o innoble que sea, siempre es insignificante. No hay fin para su insignificancia. Él no puede huir de sí mismo, su virtud es mezquina y es mezquina su moralidad. Hay sólo una cosa que el cerebro puede hacer: estar total y completamente quieto. Esta quietud no es sueño ni pereza. El cerebro es sensible y para permanecer sensible, sin sus familiares respuestas autoprotectoras, sin sus acostumbrados juicios, su condena y su aprobación, la única cosa que puede hacer es estar totalmente quieto, lo que implica permanecer en un estado de negación, completa negación de sí mismo y de sus actividades.

 En este modo de negación, el cerebro ya no es más insignificante; entonces ya no está acumulando para obtener, para realizar, para ‘llegar a ser’ esto o aquello. Entonces, es lo que es, mecánico, inventivo, autoprotector, calculador. Una máquina perfecta nunca es insignificante, y cuando funciona a ese nivel es una cosa admirable…
 Y como las máquinas, el cerebro se desgasta y muere. Se torna insignificante cuando procede a investigar ‘lo desconocido’, aquello que no es mensurable. Su función está en ‘lo conocido’ y no puede funcionar en ‘lo desconocido’. Sus creaciones están en el campo de lo conocido, pero la creación de lo incognoscible el cerebro no puede capturarla jamás, ni en pintura ni en palabras; él nunca puede conocer su belleza… Sólo cuando está totalmente sereno, silencioso, sin una sola palabra, y quieto, sin un solo gesto, sin un movimiento, sólo así existe Esa Inmensidad.




“La Verdad no está en el terreno de ‘lo conocido’
La Verdad es del Corazón…”

S. Ra.





No hay comentarios:

Publicar un comentario