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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Más allá de ‘lo conocido’…


(“Diario N°1”, de Krishnamurti)

15 de agosto de 1961.

Caminando cerca del torrente y con las montañas entre las nubes, había momentos de intenso silencio, como los brillantes retazos de cielo azul que dejan las nubes al separarse. Era un atardecer frío, cortante, con una brisa que venía del norte. La creación(1) no es para ‘el talentoso’, para ‘el dotado’, ellos sólo conocen la creatividad pero nunca la creación. La creación está más allá del pensamiento y de la imagen, más allá de la palabra y la expresión. No es para ser comunicada porque no puede formularse, no puede envolverse en palabras. Puede sentirse en estado de completa y lúcida atención. No es posible utilizarla y exhibirla en el mercado para que se la regatee y se la venda.
La creación no puede ser comprendida por el cerebro con sus complicadas variedades de respuestas. El cerebro no tiene modo de entrar en contado con ella; es absolutamente incapaz. El conocimiento es un obstáculo, y sin el conocimiento de uno mismo la creación no puede existir. El intelecto, ese agudo instrumento del cerebro, no puede en modo alguno aproximársele. El cerebro total, con sus ocultas urgencias secretas y sus empeños, con sus múltiples variedades de astutas virtudes, debe hallarse completamente silencioso, mudo, pero sin embargo alerta y sereno. La creación no es hornear pan o escribir un poema. Toda actividad del cerebro debe cesar, voluntaria y fácilmente, sin conflicto ni dolor. No debe haber ni sombra de conflicto e imitación. Entonces existe el asombroso movimiento llamado creación. Este sólo puede tener existencia en la negación total; no puede existir en el paso del tiempo, ni el espacio puede abarcarlo. Debe haber muerte completa, destrucción total para que la creación sea.
Esta mañana; al despertar, había completo silencio externa e internamente. El cuerpo, y el cerebro que mide y pesa, estaban quietos, en un estado de inmovilidad, aunque ambos se hallaban activos y altamente sensibles. Y tan silenciosamente como llega el alba, vino desde alguna parte muy íntima y profunda, esa fuerza con su energía y su pureza. Parecía no tener raíces ni causa, pero no obstante estaba ahí, intensa y sólida, con una profundidad y una altura inmensurables. Permaneció por algún tiempo del reloj y desapareció, como la nube desaparece detrás de la montaña. Cada vez hay algo «nuevo» en esta bendición, una «nueva» cualidad, un «nuevo» perfume y, sin embargo, ella es inmutable. Es totalmente incognoscible.
El proceso’ fue agudo por un rato pero ahora prosigue de una manera benigna. Todo es muy extraño e impredecible.



1-      La creación: Esta palabra es empleada por K. como aquella actividad que no proviene del  yo psicológico, de la memoria, de lo conocido. ‘Creación’ es tomada aquí como lo que surge de la inmensidad, de lo desconocido, de la ‘esencia’.




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