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sábado, 6 de diciembre de 2014

La mente silenciosa: el entrenamiento de la ‘sensibilidad’


                En su pueblo natal, las personas pensaban que Jesús era sólo ‘el hijo del carpintero’, José. Nadie, nadie pudo reconocer lo que le había sucedido a este hombre: que ya no era el hijo del carpintero, que se había transformado en ‘el hijo de Dios’. Se trata de un fenómeno interior. Y cuando Jesús declaró: “Yo soy el hijo de la divinidad, mi padre está en el cielo”, las personas rieron y dijeron: “O te has vuelto loco, o eres un tonto, o eres un hombre muy astuto. ¿Cómo el hijo de un carpintero puede volverse de repente el hijo de Dios?” Pero hay una manera…
            Sólo el cuerpo nace del cuerpo. El ser interior no nace del cuerpo, nace del espíritu santo, pertenece a la esfera de la divinidad. Pero primero tienes que entrenar los ojos para ver, tienes que entrenar tus oídos para escuchar.

“Quien tiene ojos para ver, que vea;
Quien tiene oídos para oír, que oiga”; decía Jesús.

            Comprender a Jesús es un asunto muy delicado; hace falta ‘un gran adiestramiento’ interior. (Por ejemplo) si de pronto uno escucha música clásica por primera vez, pensará: “¿qué diablo es esto?”. Es algo tan delicado que es imposible entenderla sin un largo entrenamiento previo. Tendremos que atravesar un aprendizaje de muchos, muchos años; sólo entonces nuestros oídos estarán capacitados para captar la sutileza de esta música, y entonces no habrá nada como la música clásica. A partir de entonces la música común de todos los días, ya no nos parecerá música; será puro ruido, y además tonta. Como vuestros oídos no están adiestrados, vivís con ese bullicio y pensáis que eso es música. Pero para la música clásica hacen falta oídos muy ‘aristocráticos’. Hace falta un entrenamiento, y cuanto más entrenados estéis, más sutilezas se volverán audibles. Pero la música clásica no es nada en comparación con Jesús, porque sus palabras son ‘música cósmica’. 
           Tienes que estar tan silencioso que no exista la menor fluctuación mental, que no haya el más mínimo movimiento en tu ser; sólo entonces podrás ‘escuchar’ a Jesús, podrás entender a Jesús, podrás conocerlo…


(Del libro: “La semilla de mostaza”, de Rajneesh)





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