24 de agosto de 1961. (Diario N°1, de Krishnamurti)
Era
un día cálido…; las rocas resplandecían con un brillo puro. Los oscuros pinos
parecían completamente inmóviles, a diferencia de esos álamos temblones listos
para estremecerse al más leve soplo. Una fuerte brisa del oeste barría todo el
valle. Las rocas estaban tan vivas que parecían correr tras de las nubes, y las
nubes se adherían a ellas rodeándolas en su carrera y adoptando la forma y la
curva de las rocas; y era difícil separar las rocas de las nubes y las rocas
caminaban con las nubes. Todo el valle parecía estar moviéndose, y los pequeños
y estrechos senderos que ascendían a los montes y más allá, parecían obedecerle
y cobrar vida a su vez. Y los prados resplandecientes eran el refugio de
tímidas flores. Pero en esta mañana las rocas regían el valle; contenían tantos
colores que sólo existía la cualidad del color; estas rocas se veían apacibles
en la mañana, y las había de innumerables formas y tamaños. Eran tan
indiferentes a todo, al viento, a las lluvias y a las explosiones que producen
las necesidades del hombre. Habían estado ahí y seguirían atando ahí hasta el
fin de los tiempos. Era una mañana espléndida y había sol en todas partes y
cada hoja estaba en movimiento; era una buena mañana para el paseo en
automóvil, no a gran distancia pero lo suficiente pata ver la belleza del país.
Era
una mañana nueva, una mañana que había sido renovada por la muerte, no la
muerte por decadencia, enfermedad o accidente, sino la muerte que destruye para
que haya creación. No hay ‘creación’(1) si la muerte no barre con todas las cosas
que el cerebro ha acumulado para proteger la existencia egocéntrica.
Anteriormente, la muerte era una nueva forma de continuidad, la muerte estaba
relacionada con la continuidad. Con la muerte llegaba una nueva existencia, una
nueva experiencia, un hálito nuevo y una nueva vida. Lo viejo cesaba y nació lo
nuevo, y lo nuevo daba entonces lugar a algo más nuevo todavía. La muerte era
el medio hacia el nuevo estado hacia la nueva invención, hacia un nuevo modo de
vida, un nuevo pensamiento. Era un cambio aterrorizador, pero ese mismo cambio
traía una nueva esperanza.
Pero
ahora la muerte no trajo nada nuevo -un nuevo horizonte, un nuevo hálito. Es
la muerte, absoluta y final(2). Y entonces nada hay, ni pasado ni futuro.
Nada. No nace de ello cosa alguna. Pero no hay desesperación ni búsqueda; hay
muerte completa, sin tiempo; un asomarse a grandes profundidades que no están
allí. La muerte está ahí, sin lo viejo ni lo nuevo. Es la muerte sin sonrisa ni
llanto. No es una máscara que cubre, que esconde alguna realidad. La realidad
es la muerte y no hay necesidad de esconder cosa alguna. La muerte ha borrado
todo y nada ha dejado.
Esta
‘nada’ es la danza de la hoja, es el llamado de aquel niño. Es la nada, y eso es lo que tiene que haber: nada. Lo que continúa es decadencia, la
máquina, el hábito, la ambición. Hay corrupción, pero no la hay en la muerte.
La muerte es la nada total. Y tiene que haber la muerte, porque gracias a ella
existe la vida, existe el amor. Porque en esta nada esta la creación. Sin la muerte
absoluta, no hay creación.
Estábamos
leyendo algo, al azar, y reparábamos en el estado del mundo, cuando
súbitamente, de modo inesperado, la estancia se llenó con la bendición que ha
advenido tan frecuentemente en estos tiempos. Habían abierto la puerta del
pequeño aposento y nos dirigíamos a comer cuando «eso» llegó a través de la
puerta abierta.
Uno
podía literalmente, físicamente sentirlo, como a una ola fluyendo dentro de la
habitación. Se tornó «más» y «más» intenso -el más no está usado comparativamente;
era algo increíblemente fuerte e inmutable, con un poder devastador. Las
palabras no son la cosa, y la cosa real jamás puede ser puesta en palabras;
debe ser vista, oída y vivida; entonces tiene una significación por completo
diferente.
Últimamente
el proceso(3) ha sido agudo, y uno no
necesita escribir sobre ello todos los días.
1-
Creación: Hay que entender la significación que K.
da a esta palabra. La ‘creación’ no es algo que surge de 'lo conocido', de la
memoria, del pensamiento repetitivo, sino un hecho auténtico, original y nuevo,
lleno de energía.
'Creación', (como aquí se la toma),
sería un impulso de energía proveniente desde más allá de la mente, que se manifiesta
en ‘la forma’. Tal impulso puro (búdico, átmico), puede tomar forma de acción, pensamiento,
sentimiento, naturaleza…; y por eso su cualidad es “Belleza”, pero no esa belleza
que tiene su opuesto, la fealdad, sino una Belleza que no tiene opuestos: la Belleza
de la Esencia, del SER.
2-
La
muerte absoluta, es aquí la muerte del yo, es decir, la muerte del pensamiento
mecánico, que siempre vaga entre memorias del ‘pasado’ y proyecciones del
‘futuro’. El yo es pasado y futuro, es la mente siempre en turbulencia entre ambos 'impostores'... El verdadero AHORA es ‘no-yo’, la
Inmensidad. (Muerte total es 'extinciòn', nirvana, Bienaventuranza y Alegría sin motivo)
3-
El
proceso: Llama así a los continuos dolores que padecía
en su cuerpo como parte de una preparación interna.
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