Párrafo del Libro “El Silencio Creador”
Compuesto de Conferencias de Jiddu Krishnamurti del
año 1949, en Londres.
Pregunta: ¿Quiere Ud. decirnos qué es, en su opinión,
la verdad que nos liberará? ¿Qué significa esta afirmación suya: “La verdad
debe venir a vosotros; no podéis buscarla”?
KRISHNAMURTI: Es indudable que, por el hecho de comprender
qué es lo falso,, qué es lo ilusorio, qué es la ignorancia, la verdad se
manifiesta. ¿No es así? NO tenéis que buscarla, porque el instrumento con que
buscáis es el pensamiento. Si soy codicioso, envidioso, lleno de prejuicios, y
trato de buscar la verdad, mi verdad será evidentemente el resultado de la
codicia, de la envidia, del prejuicio, y, por consiguiente, no es la verdad.
Todo lo que puedo hacer es percibir qué es falso, darme cuenta de que soy
condicionado, codicioso, envidioso. Eso es todo lo que puedo hacer: darme
cuenta de ello imparcialmente. Entonces cuando en virtud de tal proceso me
libro de la codicia, surge la verdad. Mas si buscamos la verdad, el resultado será sin duda la ilusión. ¿Cómo
podríais buscar la verdad? La verdad tiene que ser algo desconocido para una
mente enredada en lo falso, y nosotros lo estamos por el hecho de estar
condicionados, en lo psicológico al igual que lo fisiológico; y una mente
condicionada, haga lo que haga, no puede en modo alguno medir lo
inconmensurable.
Estas
no son meras palabras. Podéis comprobar la verdad de lo que os digo si
estáis realmente dispuestos a escuchar como
se debe. ¿Cómo puedo yo, estando condicionado por la creencia, por el miedo,
por mi nacionalismo, por mis prejuicios, y de mil maneras por la codicia y la
envidia; cómo puedo ver la verdad? Si algo veo, será una autoprotección. Lo que
el “yo” busca es evidentemente una creación de él mismo, y, por lo tanto, es
engañoso. Y el ver que ello es verdadero, el percibir la verdad de lo que acabo
de decir, es ya un proceso de liberación; lo que es de por sí ‘el ver tal cosa’,
el darse cuenta que ni la codicia ni la envidia podrán jamás encontrar ‘lo
verdadero’. Bastará ver eso, observarlo, darse cuenta de eso en silencio, no
sólo para quedar libre de codicia, sino para comprender lo que es verdadero.
De
modo, pues, que los que intentan buscar la verdad caerán sin ninguna duda
alguna en la ilusión. La Verdad tiene que venir a vosotros; no podéis
perseguirla, no podéis darle caza. Porque, en resumidas cuentas, ¿qué es lo que
todos queremos? Queremos satisfacción, solaz, seguridad interior, paz; y eso es
lo que buscamos. Le llamamos “verdad”; le aplicamos un nombre. Lo que
buscamos en diferentes formas, a diferentes niveles, es satisfacción, no la
verdad.
La
verdad sólo puede manifestarse cuando el deseo de satisfacción, de seguridad,
ha llegado a su fin; y ello es extremadamente arduo. Y como casi todos somos
perezosos, inactivos, pretendemos buscar la verdad y formamos sociedades,
organizaciones en torno a ella.
Lo
único que podemos hacer, pues, es darnos cuenta de nuestros propios apetitos,
deseos y vanidades, sin que importe el nivel a que los situemos; es ser
conscientes de todo eso y vernos libres de ello, lo que significa estar libres
del “yo”. Entonces no necesitáis buscar la verdad; entonces la verdad vendrá a vosotros porque el terreno está preparado:
una mente serena, no perturbada por sus propias agitaciones. Una mente en
tales condiciones es capaz de recibir. Tiene que estar ‘negativamente
consciente’, pasivamente alerta, lo cual es también muy difícil, sumamente
arduo, porque la mente quiere ser algo,
pretende un resultado, una realización. Y si ha fracasado en una dirección,
procurará triunfar en otra. A ese éxito se le llama “búsqueda de la verdad”. La verdad, empero, es lo desconocido; debe
ser descubierta de instante en instante, no en alguna abstracción ni en
alguna acción aislada, sino en cada momento de nuestra existencia diaria.
‘Ver
lo falso como falso’ es el comienzo de la verdad:
lo falso en nuestro lenguaje, lo falso en nuestras relaciones, los pequeños
apetitos, las mezquinas vanidades, las barbaridades en que incurrimos. Ver cuán
cierto es que todo eso es falso, es el comienzo de la percepción de lo que es
verdadero.
Pero,
por lo visto, casi ninguno de nosotros quiere ser consciente hasta ese punto.
Es fatigoso. Preferimos evadirnos hacia alguna ilusión o refugiarnos en alguna
creencia en la que podamos hallar aislamiento y consuelo. ¡Es tanto más fácil!
Y en ese aislamiento decimos que “buscamos la verdad”. No es posible encontrar
la verdad en el aislamiento. Estando psicológicamente en seguridad, teniendo
certeza, no es posible que surja ante nosotros ‘la gran incertidumbre de la verdad’. Lo más que podemos hacer,
pues, si somos realmente serios y esto nos interesa de veras, en dar a la
verdad una oportunidad de manifestarse mediante el entendimiento de nuestra
relación con las cosas, con las personas, con las ideas. La comprensión,
entonces, trae libertad; y sólo en esa libertad puede estar Lo Real.