Diario N°1, de Krishnamurti
20-09-1961.
(Segunda parte)
(…)
Esta mañana temprano, poco antes de que saliera el sol, la meditación, en la
que toda clase de esfuerzo había cesado hacia tiempo, se tornó en silencio, un silencio en el que no había
un centro y, por consiguiente, no había periferia. Era sólo silencio… No tenía
cualidad, ni movimiento, ni profundidad ni altura… Era completa quietud. Es
esta quietud la que tenía un movimiento que se expandía infinitamente y cuya
medida no estaba en el tiempo y el espacio. Esta quietud se hallaba en
permanente estallido, siempre alejándose, expandiéndose… Pero no tenía un
centro; si hubiera un centro ello no seria quietud, seria estancamiento y
deterioro; esto no tenía nada que ver con las intrincadas complicaciones del
cerebro. La cualidad de la quietud que el cerebro puede producir es por
completo diferente, en todas sus formas, de la quietud que tenía lugar esta
mañana. Era una quietud que nada podía perturbar porque en ella no había
resistencia; todo estaba en esa quietud, y esa
quietud estaba más allá de todo…
El
temprano tráfico matinal de los grandes camiones que traían productos
alimenticios y otras cosas a la ciudad (París), no perturbaba en
modo alguno esa quietud, ese silencio, ni lo turbaban los rayos giratorios de
luz provenientes de la alta torre. ‘Ello’
estaba ahí, sin tiempo… Mientras el sol ascendía lo atrapó una nube magnifica,
enviando rayos de luz azul a través del cielo. Era la luz jugando con la
oscuridad, y el juego prosiguió hasta que la fantástica nube descendió tras de
los miles de chimeneas…
un abrazo de alma <3
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