Diario N°1, de Krishnamurti
20-09-1961.
(Primera parte)
Había
sido un día muy caluroso y en ese salón caldeado, lleno de un gran gentío, el
aire era sofocante(1). Pero a
pesar de todo esto y del cansancio, uno despertó en medio de la noche con la
presencia de «lo otro»(2) en la
habitación. Estaba ahí con gran intensidad, no sólo llenando la habitación y
mucho más lejos, sino muy profundamente dentro del cerebro, tan profundamente
que parecía atravesarlo e ir más allá de todo pensamiento, del espacio y del
tiempo… Era increíblemente fuerte, con una energía tal que se hacía imposible
permanecer en la cama; y en la terraza, donde el aire era puro y soplaba un
viento fresco, la intensidad de ello continuó. Continuó por cerca de una hora,
con gran impulso y vigor; toda la mañana había estado ahí… Ello no es una
artimaña, ni es el deseo tomando esta forma de sensación, de excitación; el
pensamiento no lo ha construido en base a los incidentes del pasado; ninguna
imaginación podría formular algo como «lo otro». Extrañamente, cada vez que
esto ocurre es algo totalmente nuevo, inesperado y súbito. El pensamiento,
habiéndolo intentado, se da cuenta de que ‘no puede recordar’ lo que ha
ocurrido otras veces ni puede despertar el recuerdo de lo que ha sucedido esta
misma mañana. Eso está fuera y más allá de todo pensamiento, deseo e
imaginación. Es demasiado vasto para que el pensamiento o el deseo puedan
evocarlo; es demasiado inmenso para que el cerebro pueda producirlo… Ello no es
una ilusión. La parte extraña de todo esto es que uno ni siquiera está
preocupado al respecto; si viene, está ahí sin invitación, y si no viene hay un
modo de indiferencia… La belleza y la fuerza de eso no son cosa de juego; no
hay invitación ni hay negación de ello. Viene y se va cuando quiere…
1-
En su plática del día anterior. Fue la séptima
plática y estuvo relacionada en su mayor parte con la muerte. Al comenzarla, él
sugirió cortésmente a su auditorio que deberían abstenerse de tomar notas.
2-
“Lo otro”: Una de las formas en que
Krishnamurti se refería a ‘Lo Inconmensurable’, a lo que está más allá de lo
conocido, más allá del terreno del pensamiento cerebral.
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